sábado, 26 de diciembre de 2015

x+y+z+asd+asdasf+asdfada+fasfsadasfafdasdgadf

lo admito, me cuesta hablar de lo importante, el ejercicio de verbalizar que es racionalizar aquello gaseoso, perenne o no en el ambiente cerca a la almohada... Josefina, la desconocida, estuvo cuando no recuerdo más que oscuridad, y compartió su amistad al margen de los trastes que cargaba, por aquel entonces me dijo que caminar en diagonal no era necesariamente la forma inevitable de hacerlo. Y mi encanto a leer patrones se quedaba desconcertado por semejante quisquillosa rareza, me daba gracia. Sólo había una luna rota en mi cielo...en mi ventana, y un par de historias por compartir en mi vitrina. Preocupado, andaba viendo como los unicornio morían de cáncer y deformidades tumorales, los veía agonizar casi sin poder respirar, como si no existiese más oxigeno en el aire, en aquella isla, era triste. La poesía llevaba edulcorante, cagándose de miedo de morir de diabetes, se resistía a los algodones de azúcar que vendían fuera de los circos, después se torno gris, desentendida, para luego deambular en la suciedad y el cigarrillo (santo dios! detesto el cigarrillo!), con el tiempo volvió a mi en forma de verastegui, de una hija oscura de cortazar, o pizarnik en pleno suicidio. La acepté de nuevo, la entendí de nuevo, así ,rota y envejecida y pronto volvió a ser parte del mecanismo que me mueve.
Aprendí que aquellos embrollos mentales hacen mas daño afuera que adentro, lo he entendido. La desconocida lo supo entender, me quiso, me quiere, la quiero...pero otra vez...me cuesta hablar de lo importante... mi silencio se ha convertido en mis palabras.

Porque además, y esto en su modo mas textual.. las buenas cosas, no son solo palabras.
La poesía fuma un porro de maldi por aquello.



Desde un planetario.

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