viernes, 19 de mayo de 2023

Sobre la profundidad

tan brillante como el oro en la oscuridad...dice una canción

horas de soledad en la oficina barranquina, quien lo diría. Hoy les pregunté a los chicos en medio del compartir, como se veían en 10 años. Cada uno tenía una promesa personal propia, hazañas profesionales o metas académicas, o simplemente bruma natural, porque al fin de cuentas quien tiene claro a los 24 años que pasará en 10 años?...por lo menos, yo no lo tuve, tampoco lo tengo ahora...Pero hoy tengo un bote desde el que remo y tiene 6 brazos de propulsión....eso hace que todo tenga una dirección más consistente, al menos por ahora.

La vez pasada pensaba... nunca he negociado la profundidad de las cosas, el queco distinto de una idea novedosa. Me lo cuestionaba a mil, no me dejaba a dormir y esto lo digo literalmente. Pegaba la cabeza a la almohada por horas pensando en como podría tener la idea precisa, ese anillo que calza exacto en el dedo peculiar del problema, soñaba en el momento epifánico en donde ocurría . Cambiaba, cambiaba hasta porque sí, nada me convencía...tal vez la radiografía de un seudoperfeccionista idiota, o tal vez en mi juventud ingenua, aún no tenía las herramientas para dar con eso que buscaba. Mi insatisfacción me volvía un estudiante mediocre, porque al final la academia evalúa resultados. Pero...

La vez pasada pensaba... que aquello que me hizo un mal estudiante, hoy me vuelve un mejor profesional . Aquella premisa de autoexigencia en algo que a nadie más le importaba, generó una práctica de agilidad mental acerca del problema, de la pregunta profunda para la respuesta certera, cada vez más precisa alimentada por la experiencia y aquella información nueva que voy y he ido conociendo. 

La profundidad ha sido y es todavía, un no negociable...

Sin profundidad, no hay nada...

Eso lo tengo claro. Así, a nadie más le importe.


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