viernes, 17 de abril de 2015

Nuestra



de más chico mi interés por el espacio público me tenía al pendiente de las calles, por el asfalto vehicular usado como campo improvisado de juegos, o aquel arenal que se usa como canchita. Después entendí que mi lucha, si así puedo llamarla, en realidad estaba sostenida por lo común, lo compartido, lo mío y tuyo. Preocuparme por el árbol que te da sombra, de su aroma que te saca de un día de mierda, del pasto donde se duerme, donde se ríe, de la vereda que también es un lugar para sentarse, de las flores de aquel parque como mera extensión de uno mismo y de los demás, es pues este espacio empoderado, próximo, frecuente, muestra de lo que es en su global el territorio, nuestro territorio, y en escala más precisa La Ciudad, Lima. Este pequeño gran caos tan bonito.
Defenderla sí, porque la conoces, la quieres, la respetas, y eso se hace con las cosas que te importan (no?). Porque tus hijos o lo míos merecen más de lo que tú tienes. Estoy seguro que eso también deseas.
porque un par de idiotas contratados no te pueden violentar de esa manera, porque la policía es cobarde, te amenaza, te quiere reprimir golpeándote, escupiendote en la pista y tú estas en el profundo derecho de alzar la voz por lo que crees injusto. Por el espacio donde vives. La calle nunca antes fue tan nuestra.



Los tecnócratas no sirven de nada, si se quedan mirando el computador en su casa.

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